Optimistas y pesimistas

En contra de lo que comúnmente se podría pensar, practicar el optimismo incondicional puede ser peligroso. Bastante peligroso.

Roger Scruton. Ariel 2010

Roger Scruton. Ariel 2010

A pesar de ello en nuestro día a día no es difícil encontrarse con muchos «ejemplares» que lo practican irresponsablemente. De esto podremos aprender leyendo el libro del filósofo británico Roger Scruton, «Usos del pesimismo: El peligro de la falsa esperanza», Ariel 2010. Scruton los llama «optimistas sin escrúpulos».
Afortunadamente los que practican el uso del pesimismo racional, aún siendo minoría (¡o no!, simplemente pasan desapercibidos), han conseguido, hasta la fecha, llevar a la humanidad hasta donde está (iba a decir a «buen puerto», aunque éso… ¡está por ver!).
Y es que sólo practicando un moderado y responsable pesimismo podemos prever un posible futuro con riesgos.

Michio Kaku, Debate 2014

Michio Kaku, Debate 2014

Nuestra mente, especializada en manejar de manera continua escenarios futuros; que es lo que nos diferencia fundamentalmente de las demás especies con la que compartimos la biosfera, (según desarrolla ampliamente Michio Kaku en su libro «El futuro de nuestra mente«, Debate 2014), debe incluir en ésos posibles futuros, también la probable presencia de inconvenientes y dificultades, y junto con ellos, en un febril ejercicio de prueba y ensayo simulada, el cómo enfrentarse a ellos.
Claro está que los que eluden estos pensamientos más realistas, pueden acertar en alguna ocasión y llegar (y llevar a los que lidera) a un nuevo estadio más avanzado en un «salto evolutivo» al que no se habría llegado de otra forma o si acaso, por un camino mucho más lento. Pero ésto, sólo la «selección natural» lo ¿sabe?.

Jonas Jonasson, Salamandra 2012

Jonas Jonasson, Salamandra 2012

Este optimismo llevado al extremo de la parodia, con un exquisito sentido del humor y aprovechado para repasarnos con una amable ironía la historia del siglo XX, es la que Jonas Jonasson desarrolla, con el personaje de Allan Karlsson, en su novela «El abuelo que saltó por la ventana y se largó», Salamandra 2012.
Volviendo a la «seria realidad», (¿de verdad es «seria» la realidad?), lo cierto es que los fracasos son los más (que se lo pregunten a Murphy), pero el «gen de recordar mejor los éxitos» es claramente predominante, lo que hace que sigamos hacia adelante con renovadas energías, una vez más.
Y ésto que comentamos aquí, tiene mas transcendencia de lo en principio pudiéramos pensar, no en vano es éste el punto en el que incide el informe anual del Banco Mundial para el año 2014, «Riesgo y oportunidad. La administración del riesgo como instrumento de desarrollo».

Interstellar película de Christopher Nolan en 2014

Interstellar película de Christopher Nolan en 2014

Y es que, según esta institución, el nivel de desarrollo de la humanidad parece depender directamente de éso, de una adecuada evaluación de los riesgos a los que estamos sometidos, y para éllo, sólo con una reflexión desde el pesimismo responsable se puede, en el largo plazo (descartados ya los «golpes de suerte» y en manos -de nuevo- de la Ley de Murphy) avanzar en el desarrollo de las comunidades y de la humanidad en su conjunto.

Sin duda la combinación adecuada de los dos papeles, el optimista irreflexivo y el pesimista responsable, es la solución óptima socialmente hablando (¡no necesariamente para los individuos!).

Y aunque las «ciencias avancen que es una barbaridad», y los más optimistas pronostiquen un futuro “con una humanidad interestelar”, siempre en la búsqueda de un mayor consumo de recursos en un universo “infinito», las leyes de la Termodinámica (¡¡y de la paz interior!!) nos recomiendan algo más de “inteligencia” conservacionista y equilibradora, de manera que de cara a conducir el futuro, si conseguimos alcanzar el nivel adecuado en la escala las civilizaciones, antes de acometer la exploración salir de esos nuevos hogares interestelares, apliquemos la ciencia de la «administración del riesgo», a la recuperación de las constantes vitales de «nuestra Tierra», para que nos permita continuar disfrutándola, a nosotros (que diría el optimista irreflexivo) o al menos, a nuestros descendientes (el pesimista razonable).

Acerca de lagarto astuto

Inquieto e interesado en casi todo...
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2 respuestas a Optimistas y pesimistas

  1. Jose Maria Menendez dijo:

    Hola «lagarto», de nuevo, muy interesante. Sólo quiero señalar que los pesimistas también se equivocan. Si hubiera prevalecido el pesimismo la humanidad se hubiera extinguido. Me quedo mejor con un optimismo informado y prudente.

    Un abrazo

    • Totalmente de acuerdo. No obstante te recomiendo la lectura del libro que reseño «Los usos del pesimismo» (o en su defecto el comentario que enlazo) en el que se contrapone, entre muchas otras reflexiones interesantes (el libro es denso pero no tiene desperdicio), a los «optimistas sin escrúpulos» frente a los pesimistas razonables que vienen a ser los optimistas moderados e informados a los que te refieres.
      Un abrazo y gracias por tu comentario.

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